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domingo, 31 de marzo de 2013

Hiperactividad aprendida

Me fijo en todo me fijo en nada


Me cuesta leer. Veo la tele pero no me entero. Hablo con mis amigos y dicen que no escucho. Miro en la red y no recuerdo nada. Camino por la calle con mi móvil y descubro que las calles me son desconocidas. Ya no disfruto mirando por la ventanilla del autobús ni del coche. Puedo estar muy acompañado con mil conversaciones virtuales pero estoy muy solo. Intento recordar quién dijo tal o cual cosa y me asusto comprobando que los nombres no vienen a mi cabeza. Me sorprendo pensando a menudo y a menudo no pienso en nada.


José Antonio Marina

Todo el mundo conoce la hiperactividad fisica. Se caracteriza por una gran dificultad para fijar la atención y controlar los impulsos. Con el término "hiperactividad cognitiva" designo el deseo continuo de4 nueva ionformación, el aburrimiento por cualquier información que dura más allá de un par de minutos, el zaaping como estilo de vida, y, como manifestación más poderosa y nueva, la adicción a los mensajes cortos y continuos recibidos por cual quier tipo de comunicación electrónica. En personas de cualquier edad aparece la comezón por ver si se ha recibido un sms, un twitter, un post en le blog, un email. Y la irritación si no los hay.

Nicholas Carr

Esta continua necesidad de hiperestimulación cognitiva dificulta tareas que exigen mantener la atención mucho tiempo, como la lectura de un libro.

Los filósofos medievales -finísimos analistas de la mente humana- hubieran detectado ya la "hiperactividad cognitiva". Afirmaban que el ser humano deseaba conocer, pero que este deseo tenía dos formas de manifestarse: la "studiositas", que era el afán de saber, y la "curiositas" a la que definían como concupiscencia de ver y de escuchar, una divagación perpetua de la mente de una cosa y otra, una irrequietud del espíritu. La consideraban -qué perspicacia más genial!- hija de la pereza.

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